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A BETTER WORLD

El paisaje de la devastación sigue siendo un paisaje.

En las ruinas hay belleza.

Susan Sontag

 

 

en esta serie, Yosman Botero retoma algunas constantes de su obra como son la cartografía y el cuestionamiento de las relaciones de poder, juego de puertas y espejos en el cual se difuminan los límites. La arquitectura y el paisaje otra vez son protagonistas enmarcados en el estudio de la ecología de la guerra, esta vez tomando imágenes pertenecientes a los archivos desclasificados de la CIA durante los años cincuenta, que corresponden al periodo de la Guerra Fría. Allí, algunos soldados le dan la espaldas al espectador mientras ante sus ojos desaparece un pueblo que no existe. Se trata del campo de pruebas nucleares en el cual Estados Unidos midió su capacidad de devastación. En aquel pueblo habitado por comitivas cientificas, militares y maniquíes, durante décadas la primera potencia del mundo hizo tratos con la muerte a escala global. 

 

Un mundo mejor

Para Yosman, el pasado es maleable y la historia un palimpsesto que en una primera instancia revela un relato que no se ajusta necesariamente a la verdad: bajo una imagen inicial hay otras que cuentan otras cosas. Así mismo, sobre esas imágenes es posible superponer otras, resignificando lo que celosamente durante años han guardado las potencias mundiales, presentando al espectador la ilusión de un mundo mejor al que inicialmente era, gracias a su trabajo. La pintura va dando forma a los rostros de las personas que ante los organismos internacionales negocian la guerra; en gamas de grises aparecen, como fantasmas, escenas de los involucrados en diversas confrontaciones militares de esta época de la historia. 

 

¿Un mundo mejor?

 

Se dice que la soledad, la melancolía y el simbolismo que invaden las obras de Edward Hopper (1882 - 1967) ​ se derivan, precisamente, de acontecimientos como la Gran Depresión de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, que hizo que los norteamericanos se sintieran vulnerables. En la obra de Yosman Botero reaparece esa desolación, se ven casas rodantes que a pesar de la asepsia del blanco y de las sombras de grises parecen abandonadas, marineros que miran el vacío, silos a la orilla de carreteras abandonadas y, una y otra vez, los rostros protegidos por lentes y máscaras que se entregan al espectáculo de las pruebas nucleares que prometen victorias y días de juegos artificiales.

Así, el sentido especular de la obra de Yosman Botero, permite una relectura de la historia oficial y de las relaciones de poder mediante lo que se podría denominar la construcción de la deconstrucción de un mundo mejor.      

 

Natalia Castillo Verdugo

Directora AMA+

 

 

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